Tortaso´s dream

Desde el siglo 18 que llevo raspando uña de choclo. Todo empezó por esa extraña costumbre de hacer frenar el metro con los dientes en el piso que me enseño mi tía. Ella lo hacia todas las tardes vistiendo un fenomenal traje de romadizo intestinal similar al color que queda en el plato después de preparar prolijidades urbanas. Pero yo, en cambio, gracias a un apetente apelmazado de concreto, visto decadentes pantaletas del siglo neopop.
Ese mismo año, recurrí al psiquiatra nasal para tratar mi problema de varices en las puertas, y me dijo que si seguía empastando las murallas con cremallera candente se me inflamarían las cárdenas mulares, por lo que ahora dejando la costumbre premolar, tarareo fenomenales melodías húngaro-húngaras criadas en isla de Maipo, que aunque no lo crean, permitirá ablandar la zona del leñador ser-cana al tufo a puerta.
Re-comendaría, por ende, amordazar los lechazos del tío bob y consumir prolijidades de calceta, Aunque surgirían 3 preguntas:
¿Dónde consigues aquel fenomenal peinado ochentero para tus perros?
¿Cómo abordaríamos la Internet del siglo XVIII?